«Empecé a crear mis lámparas sin saber si alguna vez las llegaría a vender. Inmediatamente llegó el éxito, imprevisto e inesperado. Ni siquiera sabía cómo fabricarlas en serie. Y de esta forma nació Catellani & Smith. Casi por casualidad. Logan Smith, que durante los primeros años hicimos creer que era un arquitecto londinense, en realidad era el nombre del caballo que tenía por aquel entonces. Una forma de no centrar toda la atención en mí, de darme credibilidad, pero también de iniciar un camino, nunca interrumpido, marcado por una continua y espontánea ironía. Me gusta restar importancia a mis creaciones, al fin y al cabo solo son lámparas. Pero luego les dedico un compromiso total, de estudio, atención y expresión. Espero que todas las personas que trabajan conmigo hagan lo mismo. Es una cuestión de respeto por todos los que han creído en nosotros, por quien se deja emocionar por nuestros productos. No soy un diseñador, tampoco soy un artista. No quiero serlo. Soy de esas personas que hacen lo que le gusta. Y también les gusta a los demás. [ continuar ]
Las cosas han cambiado mucho desde 1989, la empresa ha crecido, la producción ha aumentado y el estudio ahora se basa en la tecnología. Ahora somos capaces de dar más. Todo ha cambiado para que nada cambiase. Nuestras lámparas todavía se crean a mano, en espacios de trabajo de gran belleza. Todas están hechas en Italia, en Serio. Sin prisa, a cada lámpara se le dedica el tiempo necesario para crear una lámpara bien hecha. Porque la “belleza” es subjetiva, pero la “perfección” no. Hoy, si pienso en lo que ha sido, me parece un milagro…»
Enzo Catellani
